miércoles, 14 de octubre de 2009

Ahriman, espíritu diabólico,

¡Te invoco!

Prepara nuestras almas para el descanso eterno,
Sin paz, producto de la suerte.
Río de plata descascarado, ardiendo por los valles de la miseria,
Despierta océanos, mares sueltos de la codicia,
Abriga la sangre, deseos, contacto interno de nuestras pasiones.
Tiniebla eres de la enseñanza,
Luz guiadora, protectora del final, de los pasos eternos, un abismo infernal.
Vives de nuestra esperanza, odiando todos nuestros sueños,
Eres un llanto profundo, malicia seca en esteros.
Siente nuestra respiración, cerca, mi cara, tu fruto.
¡Olvídate! ¡Enfréntate! ¡Encáranos! ¡Diviértete!

Hermano de las profundidades, recuperaste el cielo,
Nos diste parte de la vida,
Mandaste a los infiernos de nuestro alrededor a tu hermano,
Lo obligaste a comer tierra, a sentirse hombre,
A pensar que en este mundo el universo sideral, luminosa claridad,
No satisface en lo absoluto.
¡Enséñanos tu misión!

En un comienzo, ustedes, no recordaran,
El viento del destino, soplaba en todas direcciones,
El frío y la soledad, se colaba por las ventanas de exaltación,
La angustia del devenir, temblaba ya en nuestras manos,
Caíase nuestro cuerpo por sobre campos de irrealidad,
Conflictos y eternidad, terror a la libertad.
Lo que nos llevó a pensar, ¡A encerrarnos!
Nos creo como Dioses, nos permitió sentir voces,
Nos revela el presagio, de olvidados pasados.

En la muerte se enmarcó nuestro destino,
En la muerte se pintó nuestro camino,
Para lo sido es la muerte
Para el sino es la muerte
Muerte y vida,
El placer es muerte,
El fuego es muerte, amor y muerte,
Existencia es muerte, estrellas es muerte,
Tu futuro está marcado por la muerte,
¿Y eso te asusta?, si no hay soluciones, para qué desesperar.


No es cada paso que damos, cada día gastado
Uno en contra de la muerte?
No es de cada sufrir que saltamos,
Uno que nos borra de su suerte?
Es la muerte el presente, tu hora,
¿No podemos arrancar del olvido?

No hay olvido, es marcado sonido
El que debes palpar, su sabor disfrutarás.
De la aniquilación, de tu fuego, mi destino,
La salida, el paraíso, el placer de lo mejor.

La aniquilación, un olvido
La aniquilación, simple liberación
Desperfecto innato de una humilde revelación,
No somos útiles, ni siquiera mortales,
Infinitos en el tiempo, es el diablo
Quien resulta el vencedor de lo absoluto,
Lo inevitable, lo inalcanzable para la razón humana,
Por ende, incuestionable, innombrable;
Producto fiel de nuestra imaginación,
Rayo inmerso en nuestra incomprensión.
Somos Dioses inmortales y eres tú nuestra misión,
Prepara vuestras armas letales, encara tu situación.

Somos hijos, somos tormentas, somos oro, somos licor,
Protectores de nuestras salidas,
Preceptores del corazón,
Cerramos nuestra conversa, vuelve a tu sitio,
¡Ordena ya tu razón!

Ser del equilibrio:

¡Eres libre!

domingo, 11 de octubre de 2009

I.-

Fue una tranquila mañana, como tantas otras, de esas que no apasionan a nadie, las que le quitan el sentido a la vida, si es que alguna vez lo tuvo, esas que no llenan de emoción a nadie, si es que alguien puede decir que alguna vez realmente ha sentido una emoción. El ir y venir de automóviles, de personas, de pensamientos que ya nunca más volverán, el viento y ese camión, cómo olvidarlo, el maldito camión que le dio un vuelco completo a mi vida, para qué ocultarlo, el mismo camión que terminó con ella, al fin y al cabo, no creo que diera para más.

Qué tal, me apestan las presentaciones, las encuentro un poco cínicas, ya que cuando la empatía nace entre las personas ya no hace flat ni saludarlas ni despedirse de ellas, siempre están, sobretodo las chicas que a uno le gustan, esas que nos impiden dormir y que no nos dejan tranquilo ni un instante del día, sobretodo en esos momentos en que uno se ríe sin motivo aparente, es la sonrisa de ellas actuando dentro de nuestros cerebros, es lo que nos permite seguir. Mi nombre no importa mucho en realidad, quizá esto les agrade más a los estúpidos lectores que buscan algo de acción en los libros, puesto que sus vidas están encerradas entre cuatro paredes y no les permite abrir las fronteras de lo desconocido en lo que leen, sí, a ustedes les digo, sexo brutal y odio extremo también se puede encontrar en lo que leen, en realidad exagero, pero la vida está saturada de emociones un poco desplazadas por la humanidad, inclusive, de muchas otras que ya han sido olvidadas; Me llaman el ángel sanguinario (suena mejor Bloody Angel, pero como no escribo en inglés, así debería quedar), es un poco desconcertante si no has oído el resto de la historia, no obstante logra representar mi ser en su totalidad, y es así como quiero que recuerden mi apariencia, como alguien marcado por el adjetivo de la vida, como alguien que no decidió ser quien todos dicen que es, no, yo soy mucho más que eso, realmente soy yo.

Era esa mañana, en que yo caminaba por la desolada Ahumada, pero no fue hasta que doblaba la esquina de ésta y centraba fijamente mi mirada en el centro de la Alameda, en una niña hermosa, de no más de cinco años, apaciblemente llorando, inspirada y ensimismada en pensamientos que nadie podría describir, tan solo llorando. El camión, maldito camión que me obligo a actuar, como ya lo sabrán, en esos instantes nada se puede pensar, fue tan veloz el momento, el enorme vehículo, la niña y yo corriendo tan vehemente que mi corazón comenzó a reaccionar por primera vez en mi corta existencia y, luego, yo incrustado en un parachoques, la pequeña a salvo unos cuantos metros más allá, unos gritos de alguna gente por esos lugares a tan tempranas horas de la mañana, y un ruido que rompía mis tímpanos, razón interesante, ya que en esos momentos era todo mi cuerpo el que se destruía poco a poco avanzaba el gigante, unos metros más al centro, mi vida se terminaba con el cesar de un motor sediento venganza, refulgente de ira, de odio y placer.