Ahriman, espíritu diabólico,
¡Te invoco!
Prepara nuestras almas para el descanso eterno,
Sin paz, producto de la suerte.
Río de plata descascarado, ardiendo por los valles de la miseria,
Despierta océanos, mares sueltos de la codicia,
Abriga la sangre, deseos, contacto interno de nuestras pasiones.
Tiniebla eres de la enseñanza,
Luz guiadora, protectora del final, de los pasos eternos, un abismo infernal.
Vives de nuestra esperanza, odiando todos nuestros sueños,
Eres un llanto profundo, malicia seca en esteros.
Siente nuestra respiración, cerca, mi cara, tu fruto.
¡Olvídate! ¡Enfréntate! ¡Encáranos! ¡Diviértete!
Hermano de las profundidades, recuperaste el cielo,
Nos diste parte de la vida,
Mandaste a los infiernos de nuestro alrededor a tu hermano,
Lo obligaste a comer tierra, a sentirse hombre,
A pensar que en este mundo el universo sideral, luminosa claridad,
No satisface en lo absoluto.
¡Enséñanos tu misión!
En un comienzo, ustedes, no recordaran,
El viento del destino, soplaba en todas direcciones,
El frío y la soledad, se colaba por las ventanas de exaltación,
La angustia del devenir, temblaba ya en nuestras manos,
Caíase nuestro cuerpo por sobre campos de irrealidad,
Conflictos y eternidad, terror a la libertad.
Lo que nos llevó a pensar, ¡A encerrarnos!
Nos creo como Dioses, nos permitió sentir voces,
Nos revela el presagio, de olvidados pasados.
En la muerte se enmarcó nuestro destino,
En la muerte se pintó nuestro camino,
Para lo sido es la muerte
Para el sino es la muerte
Muerte y vida,
El placer es muerte,
El fuego es muerte, amor y muerte,
Existencia es muerte, estrellas es muerte,
Tu futuro está marcado por la muerte,
¿Y eso te asusta?, si no hay soluciones, para qué desesperar.
No es cada paso que damos, cada día gastado
Uno en contra de la muerte?
No es de cada sufrir que saltamos,
Uno que nos borra de su suerte?
Es la muerte el presente, tu hora,
¿No podemos arrancar del olvido?
No hay olvido, es marcado sonido
El que debes palpar, su sabor disfrutarás.
De la aniquilación, de tu fuego, mi destino,
La salida, el paraíso, el placer de lo mejor.
La aniquilación, un olvido
La aniquilación, simple liberación
Desperfecto innato de una humilde revelación,
No somos útiles, ni siquiera mortales,
Infinitos en el tiempo, es el diablo
Quien resulta el vencedor de lo absoluto,
Lo inevitable, lo inalcanzable para la razón humana,
Por ende, incuestionable, innombrable;
Producto fiel de nuestra imaginación,
Rayo inmerso en nuestra incomprensión.
Somos Dioses inmortales y eres tú nuestra misión,
Prepara vuestras armas letales, encara tu situación.
Somos hijos, somos tormentas, somos oro, somos licor,
Protectores de nuestras salidas,
Preceptores del corazón,
Cerramos nuestra conversa, vuelve a tu sitio,
¡Ordena ya tu razón!
Ser del equilibrio:
¡Eres libre!
¡Te invoco!
Prepara nuestras almas para el descanso eterno,
Sin paz, producto de la suerte.
Río de plata descascarado, ardiendo por los valles de la miseria,
Despierta océanos, mares sueltos de la codicia,
Abriga la sangre, deseos, contacto interno de nuestras pasiones.
Tiniebla eres de la enseñanza,
Luz guiadora, protectora del final, de los pasos eternos, un abismo infernal.
Vives de nuestra esperanza, odiando todos nuestros sueños,
Eres un llanto profundo, malicia seca en esteros.
Siente nuestra respiración, cerca, mi cara, tu fruto.
¡Olvídate! ¡Enfréntate! ¡Encáranos! ¡Diviértete!
Hermano de las profundidades, recuperaste el cielo,
Nos diste parte de la vida,
Mandaste a los infiernos de nuestro alrededor a tu hermano,
Lo obligaste a comer tierra, a sentirse hombre,
A pensar que en este mundo el universo sideral, luminosa claridad,
No satisface en lo absoluto.
¡Enséñanos tu misión!
En un comienzo, ustedes, no recordaran,
El viento del destino, soplaba en todas direcciones,
El frío y la soledad, se colaba por las ventanas de exaltación,
La angustia del devenir, temblaba ya en nuestras manos,
Caíase nuestro cuerpo por sobre campos de irrealidad,
Conflictos y eternidad, terror a la libertad.
Lo que nos llevó a pensar, ¡A encerrarnos!
Nos creo como Dioses, nos permitió sentir voces,
Nos revela el presagio, de olvidados pasados.
En la muerte se enmarcó nuestro destino,
En la muerte se pintó nuestro camino,
Para lo sido es la muerte
Para el sino es la muerte
Muerte y vida,
El placer es muerte,
El fuego es muerte, amor y muerte,
Existencia es muerte, estrellas es muerte,
Tu futuro está marcado por la muerte,
¿Y eso te asusta?, si no hay soluciones, para qué desesperar.
No es cada paso que damos, cada día gastado
Uno en contra de la muerte?
No es de cada sufrir que saltamos,
Uno que nos borra de su suerte?
Es la muerte el presente, tu hora,
¿No podemos arrancar del olvido?
No hay olvido, es marcado sonido
El que debes palpar, su sabor disfrutarás.
De la aniquilación, de tu fuego, mi destino,
La salida, el paraíso, el placer de lo mejor.
La aniquilación, un olvido
La aniquilación, simple liberación
Desperfecto innato de una humilde revelación,
No somos útiles, ni siquiera mortales,
Infinitos en el tiempo, es el diablo
Quien resulta el vencedor de lo absoluto,
Lo inevitable, lo inalcanzable para la razón humana,
Por ende, incuestionable, innombrable;
Producto fiel de nuestra imaginación,
Rayo inmerso en nuestra incomprensión.
Somos Dioses inmortales y eres tú nuestra misión,
Prepara vuestras armas letales, encara tu situación.
Somos hijos, somos tormentas, somos oro, somos licor,
Protectores de nuestras salidas,
Preceptores del corazón,
Cerramos nuestra conversa, vuelve a tu sitio,
¡Ordena ya tu razón!
Ser del equilibrio:
¡Eres libre!