jueves, 27 de mayo de 2010

Lo olvidé.

Hoy me dí cuenta que había dejado de escribir, pensaba no necesitarlo

que era mejor quemar los papeles de dulce savia inmortalizada,

querrá mejor olvidar las tintas, las rojas y las verdes, las triste y las diáfanas,

el carro alegórico de los olvidos me incitaba a alejarme, a no ser.

Siempre lo olvido todo, no tengo idea por qué.

Una vez recuerdo que fui todo un adulto responsable,

de esos que se casan y que tienen muchos hijos bien alimentados

pero por alguna extraña razón del destino, me ganó la comodidad, y los dejé,

me siento un tanto mal por aquello, mas sé que la sociedad lo entenderá;

Además….

Qué saben estos tipos de lo que le conviene a uno o no!

Siempre me ando quejando por todo, no lo sabían,

que me duele la espalda, que los pastos están por las nubes,

que mi cabeza recuerda a mi cuerpo que el viento hoy dejará de pasar,

que escribo lo que me pasa sin sentir lo que me pasa, para evadir lo que me ocurre.

Y así, escribo, mintiéndole a mis bolsillos que me necesitan comer.

De tanto escribir y hablar sin sentimiento, ni yo mismo me entiendo,

y estas cosas que no tienen sentido, una guerra perenne,

mi auto no es tan rápido como cuando se me escapa mi felicidad;

mi casa no es tan segura cual coraza he colocado entre mis recuerdos y caminar,

familias ya no tengo porque las perdí, de alguna forma me acomodó.

Un día empecé estas palabras, pero ya las olvidé, a quién le importa,

la vida es lo que nos ocurre después de haber muerto en este mundo,

el constante renacer en tu mirada es lo que me llena de sentido,

pero no lo entiendes porque ni yo me atrevo a explicártelo,

te espero, allá, al otro lado de la frontera, donde las almas se unen en llanto,

donde el fuego enciende las almas, donde el pensamiento deja de joder.